NARRADORES

EN ESTA SECCIÓN PUBLICAMOS  LAS PRODUCCIONES LITERARIAS DE INTEGRANTES DE NUESTRA COMUNIDAD EDUCATIVA.

Publicaciones del 8/7/2020

En esta edición compartimos las primeras producciones del concurso de microrrelatos "NO PUDE HACER LA TAREA" organizado por las profesoras: Victoria Van Morlegan, Analía Bejanele, Cintia Di Milta y Luciana Katz  y  por el profesor: Patricio Agued ¡Sigue vigente ! por lo que puedes informarte y participar haciendo clic en el siguiente enlace : 










 ¡HAY MÁS PRODUCCIONES PARA COMPARTIR ! 
en esta edición del 8/7/2020

La Profesora Virginia Morales nos cuenta la siguiente historia, que acompañamos de la ilustración de Sofía Moreno Pérez de  6to1ra.

ANTI PRINCESA


-Profe,¿ Puedo ir al baño?

-Ana, sabes que en horario de clase no podes salir.

Se acerca a mi oído y me dice algo.  

Sus palabras me llevaron lejos. Entré al Nacional allá por el 81. En esa época ingresabas con examen y si tenías hermanos menores ingresaban gracias a vos. Las horas de ayuda escolar que tuve que soportar, creo vivía días de 48 horas. Nunca había sido una estudiante destacada, no por falta de capacidad, sino más bien por vagancia. No fui la única sorprendida al ver mi nombre en la lista pegada en la puerta del colegio. Haber ido a rendir examen enyesada fue una nota de color. Se acercaban a preguntarme que me había pasado y por un momento me sentí popular.

-         ¿Qué te pasó?

-         Me caí de un árbol

-         ¿Qué hacías arriba de un árbol?

-         Me estaba trepando con unas amigas.

Me miró raro. Siempre me miraban raro.

La rutina empezaba tempranito en casa, 5.15. Desayuno, preparar el bolso de la pile, el de la escuela e ir con papá a Lafayette. Se quedaba tomando cafecito mientras yo entrenaba. Creo que él lo disfrutaba. Estar ahí, acompañar, hacerme chistes en el camino. 8.45 ya estábamos en camino al colegio, guardapolvo blanco, pelo aún mojado y con olor a cloro. Las risitas eran una constante, miradas burlonas y secreteos. De tamaño grande me hacía cada vez más chiquita, me hubiera gustado ser invisible.

Después del almuerzo, pile a las dos y después hora y media de entrenamiento fuera del agua,fuerza de brazos, abdominales y levantamiento de pesas, tarea en casa, algo de tele, dieta especial de cena y algún chocolate robado en el camino antes de llegar a la cama. Las estrategias de mamá para esconder lo dulce nunca daban resultado.

Viajaba a competir gran parte del año, así que cuando me dignaba a aparecer en la escuela era cantado me llamaban al frente a dar lección.

-         Ramos – dijo la de Literatura por sobre sus anteojos, ¿Estudió?

-         Pase.

 Y ahí fui tratando de que los escalones hasta el frente se hicieran eternos. Las risas comenzaron tímidas de atrás hacia adelante, para cuando llegué al frente eran ensordecedoras. Ni la profesora ni yo entendíamos que pasaba. Un pedido de silencio de ella era suficiente. No pude decir ni una palabra. El uno volvió a acompañarme. Mi lengua intentaba retener las lágrimas. Otra más se acumulaba en diciembre.

-         Vaya a sentarse Ramos.

Mientras caminaba a mi asiento sentía como iban dando vuelta las cabezas y el murmullo de las risas contenidas. Al llegar a la silla encontré la respuesta.

-Profe, profe, ¿Me estás escuchando? ¿Puedo?

Me costó volver al aula. La miré extrañada.

-Sí, andá Ana. Avisale a la preceptora.

FIN


Para cerrar esta gran publicación de MirArte digital  compartimos con ustedes dos textos escritos en  tiempos de aislamiento social  por nuestras estudiantes  Micaela Avilés (Tiempo de Esperanza)  y Sofía Monzón (Cicatrices)  ambas  de 3º 4º  Estos textos están acompañados por la ilustración  de Ángeles Toloza de 3° 1º



Tiempo de esperanza


Cuando miro por mi ventana veo el cielo azul,

con sus blancas nubes iluminadas por el sol.

 Siento ganas de que todo termine

y poder disfrutar al aire libre.

 Imagino caminar a orillas del mar,

sentir la bruma en mi piel al andar.

 Pienso que tenemos la oportunidad

de tener un mundo mejor.

 Sueño con volver a entrenar

y con mis patines deslizar.

 Sé que pronto estaré con mis amigos

y los abrazaré sin barbijo.

 Entonces, yo comenzaré a vivir

para lograr un mundo,

donde sea más fácil ser feliz.

Ilustración: Ángeles Toloza 3°1º

 CICATRICES

Me encerraba en mi cuarto y lloraba porque, literalmente, todo era una mierda ¿Y por qué maldita sea?

Es un vacío, no sé si lo entendés. De un momento a otro las cosas dejan de tener el sentido que solía tener. Abrís los ojos al despertar en un día que parecía que iba a ser normal como cualquier otro, y logras ver todo con una claridad cegadora, te das cuenta de que has librado mil batallas y que la única que te importaba ganar era aquella en la que luchabas  porque las personas que amabas , sigan  al lado tuyo. 

Entonces reaccionás y empezás a pensar por qué dentro del cuadrado, algo no se encuentra en su lugar.

Empezás a indagar, a investigar y al final chocás con una dura realidad y es que, quién te ama, pide que demuestres tu cariño y lealtad, pero no que vayas a diversas batallas como una forma de demostrarlo.

Entonces de nuevo estás ahí, en tu cuarto, el mundo vuelve a la realidad, tu vista ve más allá de lo que nunca antes vio.

Ahora sos consciente de lo que te rodea, de lo mal que está la sociedad y de que a veces, o casi siempre, das todo por quien realmente no le importas y vas dejando tu alma en el camino, porque es tanto el dolor que te rompes en mil pedazos, mientras intentás amar a quien no lo vale.

Entonces ahora estás intentando recoger cada pedacito de alma que se te extravió en el camino, pero ya nada es igual, ya no sos el mismo y nunca volverás a serlo. 

Algo roto, puede  arreglarse, pero deja marcas, algunas menos visibles que otras, pero están presentes, y vos, más que nadie en este mundo, te vas a dar cuenta de esas marcas, de esas pequeñas o grandes cicatrices que el maldito mundo ha dejado en vos.

Y mientas, el planeta sigue girando sin parar para fijarse si vos estás bien, el resto hace lo mismo. 

¿Creés que a alguien le va a importar tu alma en mil pedazos? Pensá bien tu respuesta, la gente es superficial , podés estar muy equivocado.















Publicaciones del 27/5/2020

Dos cuentos... uno escrito por la profesora de Inglés Virginia Morales y el otro pertenece a Sofía Moreno Pérez de 6to 1ra, quien también lo ilustró. 


Día del padre

por la Profesora Virginia Morales.

Silvina entró a la habitación de su hijo mayor y levantó la cortina. Lucas que se había acostado hacía apenas cinco horas se tapó rápidamente con las sábanas y gruño algo ininteligible para su madre.

-¡Buen día! Son las 12, en una hora comemos.

Puso sobre la cama la ropa que estaba tirada en el piso y agregó:

-Bañate,...acordate que hoy te toca poner la mesa, es el día del padre...-hizo una pausa y le dijo-y haceme el favor de bajar a saludar a tu papá.

Lucas asomó el dedo pulgar en señal de asentimiento. Antes de salir la madre añadió cansada:
-Ah...igual te vas a dar cuenta pero no hay luz y no sé a qué hora vuelve. Abandonó la habitación como había llegado.
Abrió los ojos como si le hubieran dicho que estaban siendo invadidos por extraterrestres, se sentó en la cama y agarró el celular y leyó, batería 15%. Había quedado en juntarse con los pibes tipo 4 de la tarde y tenía que combinar bien antes de quedarse en 0.Escribió en el grupo Vamos los pibes:
-Che, celu en la funeraria. ¿A las 4 en la plaza como quedamos?
Se acercó a mirar por la ventana y se dio cuenta que llovía con ganas-fútbol hoy no-pensó. Ninguno de sus amigos había leído el mensaje así que volvió a escribir:
-Cambio de planes, ¿Dónde nos juntamos? Seguía sin recibir respuesta y empezó a ponerse nervioso.
Fue hacia el baño y prendió la luz. Gritó:
-¡Ma! ¿Cómo hago para bañarme sin luz? No veo nada.
-¡Ahí Javi te sube una vela! El más chico que estaba colaborando a desgano y que ya había sufrido la decepción de ver morir a su tablet la miró con cara de odio.
Silvina, que a pesar de la media luz conocía perfectamente a su hijo, le devolvió el gesto y Javier subió sin chistar y cuando ya estaba saliendo le dijo:
-Fósforos- y para cuando volvió ya tenía en su mano la caja y lo miró risueña.
Alfredo entró del garaje protestando y su mujer lo miro con cara de que “yo la estoy pasando bárbaro”.
-No se ve nada, decí que tengo el farol que me regalo tu vieja-y resopló- No sé cómo va a quedar esto- y se agarró la cabeza.
Silvina ya estaba bastante alterada porque había salido todo al revés desde que se había levantado- Lo miró y le dijo:
-Compramos carne, comemos carne. Te dije de hacer lasaña y dijiste “Hago asado así le muestro a tu hermanito como se hace un asado como la gente”-imitando su cara y voz. Ponete contento, mi hermano no viene, no puede sacar el auto del garaje.
-¿Y la palanca manual no le anda?
-No, se olvidó de arreglarla, para eso parecen calcados ustedes. Si no viene él, tampoco los chicos. Los cuatro solitos. Divertidísimo va a estar el almuerzo. Andá desempolvando tus mejores chistes.
Lucas bajó con la cara por el suelo. No había recibido respuesta de los amigos y aventuraba una tarde aburridísima. La madre le revoleaba los ojos mirando al padre.
-Feliz día viejo.
-Che, es un festejo, no un velatorio, un poquito más de entusiasmo-le dijo Silvina.
El joven abrió los ojos y se acercó a darle un beso al padre.
-Gracias, hijo. Por el regalo también.
El chico pensó que estaba siendo irónico y contestó:
-No te compré nada pa- y miró a la madre como pidiendo ayuda.
-Bueno, la tarjeta decía con todo nuestro amor, mamá, Javi y Lu, así que no te preocupes. Justo el libro que quería, se nota que alguien me escucha de vez en cuando en esta casa- y miró a su mujer a sabiendas que quería ahorcarlo.
-Hijo ¿Bajaste la vela? -preguntó Silvina-Tenemos sólo dos y una más para más tarde por las dudas la luz no vuelva
-¿Y…pero...hasta que ahora va a durar esto? Quedé en encontrarme con los pibes.
-No se sabe, se cortó en todo el país, y va a ir volviendo de a poco. Lo último que leí antes de quedarme sin batería es que podía durar hasta la tardecita-le contestó la madre.
-¿Y qué vamos a hacer hasta esa hora?-pregunto Javi que bajaba con la vela en la mano.
-Comer, charlar, leer, jugar a las cartas, usar la imaginación...
Los tres miraron a la madre como si estuviera hablando en un idioma desconocido. Sacando lo primero todo lo demás sólo les resultaba familiar en otro ámbito.
Pusieron las dos velas y se sentaron a la mesa. Alfredo trajo la carne de la parrilla y dijo:
-Espero que les guste, lo mejor que pude hacer.
Comieron en silencio, apenas hablaron para pedir que alguien pasara la sal, o el pan, o la ensalada. A Alfredo le llamó la atención el color del pelo de su mujer a la luz de la vela, cómo le brillaban los ojos, y el calor de sus mejillas. Y le gustó. A Silvina le pesaba la falta de palabras así que reflotó una anécdota del último viaje familiar que siempre daba resultado. Lucas percibió que la voz de su mamá se escuchaba diferente, más melodiosa. Que la risa sincera de Javi le hacía cosquillas y que los chistes de su padre sonaban más divertidos que antes. Y sin darse cuenta se animaron a soltar, a contar cosas guardadas, a reírse libremente, a emocionarse, a mirarse a los ojos en la penumbra.
-Javi ¿Querés que hagamos tortas fritas para la tarde?-preguntó entusiasmada Silvina.
-¡Uy, que rico, tortas fritas!-dijeron los tres al unísono.
-¿Jugamos una partidita de ajedrez? Preguntó Alfredo a su hijo mayor.
-¿Querés perder?-le dijo Lu-Y se rieron los cuatro.
Y hubo revoleo de harina y jaque mates, mates y sopas de letras y picadito afuera entre los varones cuando dejó de llover.
Y Javier se olvidó de su tablet.
Lucas del celu y el fútbol con los pibes.
Alfredo de la eterna batalla con su cuñado.
Y Silvina hacía rato se había dado cuenta que la luz había vuelto por el punto rojo del encendido de la cafetera, no dijo nada y dejó las dos velas encendidas para que por un rato más, durara la magia.
FIN








“La cacería”
Escrito e ilustrado por Sofía Moreno Pérez (6to1ra)

Sangre, dolor, miseria, pero a veces nada, solo recordaba la oscuridad y entonces me quedaba sola en aquel bosque. Las nubes inexistentes de la noche me perseguían entre las grandes montañas de nieve impregnada en charcos de sangre. Lista para jugar en mi contra. Lista para dejarme atrapar por ellos.
A mi alrededor solo se oían gritos lejanos, casi imperceptibles, pero no por eso inexistentes; estaban agonizando. Hasta diría que el miedo se podía percibir en el aire y yo no podía hacer nada más que correr sin frenarme a pesar de ver los cadáveres partidos, abiertos… Todos estaban muriendo y yo no tenía idea de a dónde ir. Volví a recordar la oscuridad, el gélido abrazo del temor calado hasta los huesos. Escuché un crujido proveniente de mi espalda, de igual modo no me detuve, además de aquellas veces que perdía el equilibrio y caía contra la nieve.
Miedo. Se hallaba en cada rincón inhóspito del bosque, acorralando a cada uno de nosotros. Éramos débiles en comparación a ellos. Nos acorralaban como ovejas ante una manada de lobos hambrientos capaces de todo.
Yo no entendía cómo llegué allí; anoche estaba en mi casa y ahora, corriendo por mi vida sin saber qué es lo que me persigue.


Nota 1 del periódico de Misery Hill.
10 de octubre del 2018.
Se ha hallado otro cuerpo en la salida de Misery Hill. La víctima tenía 18 años de edad y era hija de un importante empresario del pueblo. La investigación policial se mantiene en secreto, sin embargo, podemos afirmar que ha perdido una considerable cantidad de sangre y el corazón, ha sido una muerte, sin duda, muy violenta. También podemos afirmar que ha sido atacada de la misma manera que las anteriores víctimas encontradas hace unas horas, seis mujeres y seis hombres.
Nota 2 del periódico de Misery Hill.
10 de octubre del 2019.
En la noche del día de hoy, la policía del pueblo ha encontrado una docena de cadáveres en la salida de Misery Hill, seis mujeres y seis hombres con gran pérdida de sangre y sin el corazón. Es necesario aclarar que han sido asesinados al igual que la masacre del año pasado. La investigación sigue abierta y descartan que haya sido un animal salvaje.
Intentaba mantener la vista al frente, pero con tan poca claridad no lograba ver nada y chocaba más de una vez con los árboles. Volví a escuchar el crujido a mis espaldas haciéndome detener inconscientemente. Dejé de oír los horribles gritos. Todo se sumió en un terrible silencio. Pensé que había acabado, pero algo me decía que siguiera corriendo más que nunca. Y lo hice cuando los crujidos se hicieron más fuertes y rápidos.

Caía. Lloraba. Me estremecía. Pero no me paraba en ningún momento. El miedo me consumía como si alguien me susurrara “Miedo. Miedo. Miedo” y yo me lo creyera.
-Es una atrocidad lo que está pasando, ¿a que sí, Hell?
-No tienes que permitir que el miedo te consuma, eso es una gran debilidad en estos momentos.
-Pero es inevitable, ¿quién crees que hace todo eso? ¿Un animal?
-En el centro rumorean que son bestias, criaturas de la noche. Dicen que todos los años, en el mismo día y a la misma hora la policía encuentra una docena de cadáveres en la salida del pueblo.
-Sí, he leído las noticias. Pero… ¿cómo?
-Son criaturas devoradoras, hay una leyenda que cuenta cómo ese día algunas personas se  transforman en bestias de ojos rojos brillantes capaces de obligarte a hacer cualquier cosa. Por eso las familias afirman que el décimo día del décimo mes, antes del crimen, las víctimas salen de su casa como hipnotizadas… Luego mueren. Lástima.
-Sabes mucho… Me encantaría saber más, iré a investigar.
Sus brazos me frenaron abruptamente clavándome las uñas en la piel pálida que tenía, fijó sus ojos en los míos.
-No quieres investigar, ni siquiera te importan las muertes… vamos, ve a dormir, cariño, es tarde.
Mi Cuerpo se desestabilizó cayendo al suelo con un golpe seco junto a otro, el vestido blanco se humedeció aún más al tocar la nieve. Miré hacia los lados, aturdida y asustada, pensando que había sido atrapada, pero no, era humano lo que yacía a mi lado; y estaba vivo. Este comenzó a gritar con su mirada fija en el cielo, asustado por algo que provenía de allí. Entonces cometí un grave error, deslicé también la mirada hacía la copa de los grandes pinos que solo me dejaron ver unos grandes ojos brillantes de color rojo sanguinario, mortal, intimidante. El chico seguía gritando desgarradoramente, pero sin moverse de su lugar. Algo lo retenía y ese algo era la criatura, allí arriba.
Pensé en salir corriendo, yo no era la presa de aquel ser; no me quería a mí sino a él. Pero sin embargo no me moví, quería ver lo que eran capaces de hacer por si llegaba a sobrevivir y así poder contárselo al mundo, la gente necesitaba saber que cada año el 10/10 personas desaparecían y eran encontradas muertas, necesitaban saber que los causantes de ello eran esas personas, o criaturas.
-Escuché que los llaman devoradores porque se comen el corazón de sus víctimas… Papá dice que por las heridas de los pies, brazos y moratones los hacían correr por lugares desolados, con rocas o algo con lo que puedan hacerse daño.
-Esas cosas no existen, Evelyn. No me interesan y no quiero investigar nada de ello.
La criatura de ojos brillantes dio un salto veloz y astuto hasta caer de pie en los fríos copos de nieve acumulados, un destello de luz me posibilitó ver el rostro de aquella persona y como una sonrisa sádica se dibujaba lentamente en sus labios con pequeñas gotas de sangre.
Sangre. Sangre. Sangre. Sangre fue lo único que vi pasados unos segundos: aquella cosa se abalanzó sobre el chico como un animal hambriento, ambos brazos macizos y marcados con grandes venas negras de un solo golpe se incrustaron en su estómago. El chico gritaba y gritaba y yo no podía parar de verlo, no temblé, no me asusté, sólo miré cómo entre aullidos y gruñidos la criatura lo despedazaba cruelmente, quería hacerlo sufrir antes de matarlo por completo.
En un abrir y cerrar de ojos este dejó de gritar.
Ya muerto, se comió su corazón.
Me miró.
Sonrió.
Y se fue.
Fue en ese momento que decidí seguir corriendo y no pude. Mis músculos permanecían inmóviles, como si me hubiera quedado petrificada en vida.
-Date la vuelta.
Me di la vuelta y contuve el aire. Supe que ese era mi final, no podía moverme, estaba en una bandeja de plata frente a un lobo hambriento y con necesidad de divertirse. Ya era tarde.
-Sabes… hace unos cuantos años que quería hacer esto, pero me caías bien… Claro, hasta que te volviste una maldita metiche.
-Acércate.
A pesar de mis intentos por mantenerme donde estaba o salir corriendo, no pude contenerme a dar algunos pasos hasta toparme con su característico rostro. Solo había algo extraño en él: sus ojos. Aquellos que vi en la criatura anterior, pero más brillantes y si los mirabas de cerca podías ver como la sangre fluía como un océano agresivo. El miedo se hizo presente.
-Mi yo de ayer no desearía que sufras… pero no puedo evitarlo, te va a doler bastante.
Dolor.
Me estremecí de agonía, todo mi cuerpo se contraía de dolor.
-Quiero que intentes huir.
Quería jugar y yo sabía que no iba a matarme sin antes disfrutar de mi miseria, así que comencé a arrastrarme como pude aún sintiendo pinchazos en todo mi cuerpo. Lo hice hasta mi último aliento, hasta que sus ojos me detuvieron en seco y me dijo que era la hora.
Lo vi fijamente dejando fluir aquel terror que era capaz de trasmitir con solamente una mirada. A través de sus ojos vi a la muerte misma esperándome con ansias, vi mi propia sangre fluir a mares dentro de ellos mientras me consumía el sufrimiento.
Aquellos ojos que miré tantas veces, que jurarían no hacerme daño terminaron siendo mi mayor infierno. Su naturaleza era inevitable y no podía reprimirla. Así que me dejé destruir.
Cerré mis ojos y saboreé mi final.
¿Alguna vez has visto un monstruo?
¿Uno de esos que a simple vista no lo parece, uno de carne y hueso con sonrisa atractiva, junto con un encanto capaz de atraparte entre sus garras sin que te des cuenta. Uno que posee la habilidad de camuflarse entre las personas comunes ocultando, bajo esa fachada perfecta, el perverso monstruo que es?
Había oído gente que aseguraba saber quiénes eran, decían que cuando los vieran a los ojos sabrían todos sus oscuros secretos, que sabrían de ellos y podríamos salir corriendo antes de que nos atraparan, cuando en realidad, nunca se sabe quién será el monstruo y mucho menos cuándo va a atacar. Nadie lo logra descubrir hasta que nuestra sangre mancha cada rincón del pueblo, donde las gotas se pegan a sus perfectos y elegantes rasgos mientras nos ve a los ojos formando una sonrisa sádica y cargada de muerte. Aunque los mires directamente nunca sabrás qué esconden realmente.
Nunca nadie se enterará si ninguno vive para contarlo.
Solo ten en cuenta algo: nunca los mires a los ojos.

-Fin-

Comentarios

  1. Espectacular, escalofriante, maravilloso 👏😍😍😍😍😍😍😍

    ResponderEliminar
  2. si me permiten,guauuu...gran trabajo de la Profesora Virginia,y de Sofia...muy buenos..estoy aqui frente a la pantalla atrapada,....

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Escribinos!

Entradas populares de este blog

Uno y probando...

¡ La Fundación de Nuestra Escuela y Algo Más!

Nota Editorial 2º edición